sábado, 24 de enero de 2009

Danzón dedicado...


Esta tarde de sábado el clima no estaba para paseos, y a mí se me ocurrió hacerme un arroz con leche porque amenazaba lluvia, y cuando era niña mi papá siempre preparaba uno (como nunca he probado) los días en que era seguro que llovería.
El techo de nuestra casa de Mina entonces tenía láminas de zinc, de un tipo muy grueso y antiguo que cuando llovía convertía nuestra casa en un instrumento de percusión gigante. Mi papá no quiso nunca "echar techo de material" como se decía entonces, ni cuando la situación económica era cómoda y holgada; no quiso porque le gustaba el sonido de la lluvia, dijo, y yo creo que en realidad era porque le gustan las marimbas y eso era nuestra casa, una marimba.
No sé qué tenga que ver el arroz con leche, la lluvia y las marimbas, pero esta tarde amenazaba lluvia, me preparé mi arroz con leche y me fui un ratote al balcón a tomármelo despacio mientras veía de lejos el horizonte mediterráneo con su gris de mar y su gris de cielo.
Algunos días cuando me pongo en este plan de añoranza necia no hay poder que me saque de ahi, así que encendí la compu y puse una estación de radio de Veracruz donde contaban el último parte de la agenda del gobernador del estado y en eso "se arranca" una marimba: el danzón Nereidas. Me reí y, ya resignada a aguantar vara, tomé un suspiro y la primera cucharada. Al final no llovió en Marbella, pero se me llenaron los ojos de agüita pensando en los días en que las láminas de zinc tocaban uns especie de música concreta cuyo código y lectura era mío y de nadie más.

Foto: Enrique Castro

5 comentarios:

Androssario dijo...

Sueño, quiero ver el horizonte mediterráneo por esa tu ventana. Quiero arroz con leche para escuchar tu música. Quiero que me cuentes historias de Danzón, de lluvia en Mina, de marimbas.

Gracias por el didujo de La Puerta de Alcalá...¡La cruzaré algún día!.

Alejandro Sánchez dijo...

Martha: recibir noticias de Veracruz desde Marbella resulta una especie de rebote cuántico entre hoyos negros y núcleos de galaxias.
Al saber de la marimba arquitectónica traída a colación desde tus recuerdos infantiles, recordé automáticamente que mi casa en la Condesa, construida pared con pared con las casas contiguas, repetía los pasos en la escalera de otras personas, los brincos, los muebles jalados en otro piso, los claveteos, pasos de tacón. Nuestros visitantes se asustaban seguido porque creían que la casa estaba poseída.
Un gran abrazo interoceánico.

Anónimo dijo...

Hola Martha,
Fijate que yo cuando era chiquita, si pasaba el ruidasal tremendo de la lluvia al caer en los techos de lámina en Coatza y Las Choapas, actualmente me pregunto, pero cómo pude soportarlo?, jejeje, quizás porque creci en la cdad de México, mis memorias no están tan cenidas a sonidos tropicales...sin embargo,adoro el trópico, con todo y los mosquitos... que lindo recordar el sonido de la marimba, por cierto, cual estación escuchas, me gustaria tener el link..un besote

Anónimo dijo...

Entiendo la nostalgia de estar lejos del terruño, yo he pasado pro eso, sobre todo por que México tiene lo suyo, más allá de la corrupción, de los problemas, de los políticos, no quita que México tenga una cierta energía, una vibra que hace que se extrañe, como no se va a extrañar a este loco, pero entrañable país, tu hechale muchas ganas, y adelante, ya en unos meses estarás entre los habitantes de estas tierras.
Un abrazo fraternal, muy fuerte con toda la buena vibra.
Fernando Villafuerte

Anónimo dijo...

Qué interesante narración de la sutileza del momento de una tarde cualquiera apunto de lluvia. Me transportaste inmediatamente a tu lado al momento de vivir ese instante y lo disfruté como un momento mágico. Gracias.

Saludos desde el Puerto de Veracruz, Mex.

Enrique Castro. www.villarica.blogspot.com