sábado, 18 de julio de 2009

Ave de mal agüero

Ella, que a los trece renunciaba pronto a andar a paso de niña con trenzas largas, guardaba en el fondo del bolso una muñeca de trapo, se cortaba el pelo de largo a corto, de corto a cortísimo, y así anduvo, hasta el ras de un cuello moreno de olivo puesto al sol; apoyaba el arco de sus manos en el ajuste perfecto de los huesos de la cadera que entonces no tenían cadencia ni ritmo ni espasmo.

Un fantasma andaba ya rondándole las piernas y en su espalda dos alas tersas negras. Ella no sabía que llevaba impregnada en la punta de la lengua un aderezo, la gota de vino que acompaña al desamor con sus ojos de quietud de lago que amenaza desde el fondo. Abría la puerta de la casa hacia la calle y bajaba el primer escalón…

3 comentarios:

chanclas dijo...

Inquietante narración. Uno se queda expectante, con ganas de más.
En fín, será la próxima vez.
Un saludo

chanclas dijo...

Encantado como siempre Martha, por tu visita y con tus narraciones. Saludos

Uruguayita dijo...

Hola Mata, acabo de conocer tu casa, me ha dado la dirección nuestro común amigo Jose Entrambasaguas de Cristalescrito. Todo ha venido por una entrada q te dedicó en su cuaderno y yo le pedí q nos mostrata alguno de tus cuadros. He dado un vistazo general, sin profundizar demasiado por tu casa, y me ha gustado. Aligual q me gusta la pintura...Si nos hicieras el reglo de hacer una entrada con alguno de tus cuadros, para mi sería un palacer. Espero verlo, porque ya tengo tu cuaderno y lo visitaré con frecuencia...hasta entonces, te deseo éxito en tu esposición, q doy por hecho q la tendrás. Un beso. Uruguayita. (otro día me definiré como zapato, jejeje)