miércoles, 25 de noviembre de 2009

La visita


Para Vicente, cuya paciencia es un halago que poco merezco


Breve, muy breve, lo último sobre día de muertos, antes de que el mes más bonito del año se vaya de nuevo:

"La muerte es una idea que me ha perseguido desde siempre, tiene todos los matices, mil rostros que siempre hallo familiares. La muerte también ha sido un día una fiesta, una circunstancia, fue un desasosiego, una paz con su resignación. Anoche vi estremecerse la luz en los ojos de mi amiga Elizabeth. Tiene miedo de uno de esos rostros. Quise decirle lo que sé pero me di cuenta que no es posible, pocas cosas son tan inefables. Incluso el amor encuentra los caminos para expresarse, yo podría hablarle del amor, ¿pero de la muerte?, tendría que llevarla hacia dentro de mí y ¿cómo se hace eso?, tendría que buscar y rebuscar en mi memoria y en mi ánimo, tomarla de la mano, mostrarle la parte miserable y la de la luz, y después ¿habría ella perdido el miedo, o terminaría en la desazón total? Su padre está mal, no en peligro de muerte, pero ella ha escuchado la alarma que nos ha despabilado a unos cuantos alguna vez, y nos sacudió y nos dijo que estaba cerca, no para asustarnos seguramente, sino para decirnos eso: estoy cerca, una cortesía que no se desprecia.

Uno tiene ganas de correr hacia quién sabe dónde, de gritar quién sabe qué, de golpear, de girar el mundo al revés, uno tiene la energía para hacerlo, cualquiera lo haría si tan sólo fuésemos capaces de descubrir el cómo. Pero no es posible y no queda más que intentarlo, una de las pocas victorias que uno gana sin llegar a la meta es la de la lucha contra la muerte, la victoria está en el intento y no en ganarle, suena a mediocridad , a slogan en la solapa de un libro de autoayuda pero no, lástima que uno se entere hasta que está en la frontera, sólo cuando termina todo lo sabemos, el festejo se celebra después de la línea.

¿Qué podía decirle yo a Elizabeth?, sólo presenciar su monólogo, el rencor que le tenía a la vida, la irracionalidad con que le demandaba a su padre que viviera más porque ella no está lista para perderlo, porque asegura que no lo estará en muchos años, ¿y cuándo está uno listo?, ¿lo estábamos los niños que perdimos a una madre o a un padre?, ¿están listos los hombres viejos que han visto con asombro morir a sus padres de cien años? Uno no la sabe, uno no lo cree, pero para la muerte hemos sido, estamos listos."

Xalapa, Ver., 25 de febrero de 2003

2 comentarios:

chanclas dijo...

Para mi tambien ha sido una constante en mi vida el pensar en la muerte. A veces me pregunto cómo púede no serlo si es nuestra linea de llegada en la carrera de la vida.
Supongo que nunca estamos preparados para morir aunque no debería ser así. Y no lo digo desde el pesimismo ni la tristeza sino desde la aceptación de una realidad inevitable.
Supongo que es mas facil para aquellos que se refugian (dichosos los que creen) en la religión.
Enfin un tema muy profundo para un simple comentario.
Me alegro de que te hayas decidido a hacer una entrada.
Un beso.

Vicente Corrotea dijo...

Martha: Qué grato es encontrarte... Y has vuelto con un tema siempre presente, pues la muerte no es el término de la vida sino es parte de ella. Creo que le tememos más a la ausencia que a la muerte. La sociedad -salvo civilizaciones o culturas antiguas como algunas de tu maravilloso país- nos enseña que la muerte es una tragedia. Eso nos angustia, es como perder la batalla.
Hay muchas respuestas sobre el significado de la muerte. De alguna manera, una labor existencial es`precisamente encontrar significados al trabajo, al amor, a la alegría y al dolor, a la oración y a la pasión, al placer y al sufrimiento.
¿No es eso lo que nuestras líneas honestas realizan mostrando y mostrándonos?
Gracias por volver. Abrazos.